Cuando crear entra en el cuerpo: una mirada a la encarnación de la creatividad

Cuando se piensa en la creación, o más bien en el acto de crear, varias pruebas neurocientíficas que apuntan al cerebro la describen como un proceso principalmente cognitivo. Sin embargo, una visión más amplia procedente de enfoques interdisciplinarios muestra que puede ser una capacidad humana que experimentamos con todo nuestro cuerpo.

Me ha agitado varias veces una pregunta relativa a la condición humana: ¿Qué es la creatividad? Y cuando me viene a la mente, es casi imposible evitar preguntarme dónde -demonios- se localiza la creatividad... como si fuera un delicado poeta. La creatividad suele verse como un efímero proceso de iluminación humana. Tal vez sea lo que hace la gente cuando concibe una obra, pero en nuestro imaginario colectivo, los sueños, las experiencias vitales, las emociones, las musas e incluso las sustancias estupefacientes están vinculados a lo que se conoce como pensamiento divergente. En las últimas décadas, la neurociencia se ha dedicado con curiosidad a apuntalar las bases neuronales de la creatividad. 

Siguiendo el pensamiento general, puede llevar a pensar que se trata de una característica emergente de nuestras almas. Así que decidí buscar pruebas de la relación entre la creatividad y el cuerpo, pensando que quizá el alma emerge del cuerpo. Aunque, honestamente, si tuviera que decir una parte del cuerpo donde se aloja la creatividad, diría el cerebro. Para empezar, presento un hallazgo de la última década que me parece destacado y directo dentro de la investigación sobre las bases neurales de la creatividad. En la actualidad, la visión cognitiva científica dominante, vinculada a la acción o proceso mental de adquirir conocimiento y comprensión a través del pensamiento, la experiencia y los sentidos, trata de desentrañar qué situaciones se solapan con la inteligencia y cuáles difieren. Si desea acompañarme en este rápido viaje, también intentaré desafiar la teoría cognitiva con una visión más amplia, en la que la creatividad podría localizarse en todo el cuerpo. 

Un experimento de lesión cerebral lo desmenuzó

Al embarcarme en esta breve disertación, lo primero que busqué fueron pruebas de que algo relacionaba el cerebro y la creatividad. Mientras exploraba recursos, vi que, a principios de las últimas décadas, los científicos examinaban la creatividad a través de personas que realizaban determinadas tareas que implicaban cognición y pensamiento divergente y analizaban sus cerebros mediante dispositivos electroencefalográficos. Estos dispositivos medían las ondas de las zonas externas del cerebro. En los años 70 se descubrió que la creatividad estaba relacionada con cambios en las ondas alfa, el principal patrón oscilatorio observado en un cerebro despierto. Por otro lado, en algunos estudios se analizaron los cerebros de personas mientras realizaban tareas similares con grandes máquinas de resonancia magnética funcional. Con ello, los científicos comprendieron mejor cómo las distintas redes cerebrales subyacen a la creatividad y cómo esta se solapa con la inteligencia. Por desgracia, este tipo de medidas utilizan modelos matemáticos que hacen que los resultados sean bastante difíciles de interpretar debido a su complejidad incluso para iniciados, además de ser indirectos. Necesitaba algo más fácil y claro, al grano.

Sentí una atracción inmediata por un trabajo publicado en 2011, que demostraba que existía una relación entre un área específica del cerebro y la creatividad, lo que me llevó a pensar que podía estar lejos de ser una epifanía salida del deseo de los dioses, al menos. He aquí por qué este estudio me pareció un gran acierto: Shamai-Tsoori y sus colegas [1], en Israel, exploraron la implicación de un área del cerebro anterior en la creatividad, que llamamos corteza prefrontal medial - CPFm -. Esta área está relacionada con lo que conocemos como funciones de orden superior, como las que nos permiten tomar decisiones, planificar nuestra vida o inhibir conductas que nos parecen inapropiadas. Y lo hicieron utilizando un modelo que me parece especialmente claro y directo: analizaron a pacientes con lesiones en esta área, ya fuera en el hemisferio izquierdo o en el derecho. Puede parecer ciencia del Dr. Frankenstein, pero el caso es que la comprensión del cerebro avanzó notablemente estudiando a pacientes con lesiones en zonas concretas debidas a accidentes o malformaciones congénitas. Este tipo de estudio es una medición directa de lo que hay ahí dentro. 

En este experimento, los científicos descubrieron que las lesiones en el hemisferio derecho mermaban la originalidad y la creatividad de los pacientes, medidas con tests. Y concretamente, las lesiones en la CPFm derecha las dañaban aún más. Quizá estos resultados originaron -o al menos contribuyeron- a la creencia mundialmente extendida de que el hemisferio derecho es el creativo, mientras que el izquierdo es el que utilizamos para el razonamiento reflexivo. A pesar de ello, hoy en día sabemos que el cerebro funciona en redes conectadas. Por ejemplo, estudios de resonancia magnética funcional han demostrado que ambos hemisferios deben trabajar juntos para crear o razonar. Pero el hallazgo de Shamai-Tsoori y sus colegas sigue siendo válido por la fuerza de ser una observación especialmente directa. De hecho, tal y como informaba el estudio, existe un predominio de un hemisferio sobre el otro a la hora de crear, lo cual me parece asombroso.

Intuí que esta visión de la creatividad empaquetada únicamente en el cerebro podía ser demasiado reduccionista. La intuición me llevó a explorar más allá, fuera del cerebro. Y aquí es donde otras visiones describen un contenedor biológico más amplio, ayudándome a entender el proceso creativo como una experiencia de todo el cuerpo.

La creatividad podría ser un subproducto de todo nuestro cuerpo

Varios recursos cuestionan la idea de que las emociones son solo cognitivas. Desde mi punto de vista, la creatividad es totalmente emocional. He encontrado expresiones comunes como lo siento en las tripas, no tengo estómago para hacerlo, o esto me lo voy a tener que tragar. Esto me hace pensar que algunas emociones parecen almacenarse en algún lugar fuera del cerebro. El intestino podría ser un buen candidato si tenemos en cuenta que contiene el recientemente bautizado como segundo cerebro. Con más de 100 millones de neuronas, todas ellas realizando cálculos complejos, su papel en la creatividad aún se escapa de nuestros conocimientos sobre el eje intestino-cerebro. Curiosamente, no he encontrado ningún trabajo que estudie este tema, que dejo abierto por si alguien quiere cogerlo con pinzas. 

Me gusta dibujar y pintar. En mi experiencia artística, de maestría intermedia, siento que cuando hago algo, lo que viene no se restringe solo a la cabeza. Eso significa que crear es algo que se experimenta con los sentidos y que, de alguna manera, se desprende de lo interior, lo que implica una transformación interna y externa, siempre en contacto con la realidad exterior. La creatividad parece comenzar en la interfaz entre el interior y el exterior, en un ir y venir de lo que se está creando, ya sea un cuadro, un texto o una idea en bruto que parece producirse en nuestras cabezas. La gente a menudo necesita discutir sus ideas para adaptarlas. Lo necesita y precede a la expresión, sacarla del cuerpo, hablarla, tocarla, pintarla o grabarla en algún lugar, y recuperarla en una especie de vórtice cíclico. Pero todo solo cuenta como unas cuantas intuiciones aproximativas. 

También descubrí que la idea de encarnación de la creatividad ya se había introducido anteriormente. Jeffrey Davis escribió un delicioso artículo en el que rastrea recursos y pruebas que apoyan la creatividad como una experiencia cuerpo-mente [2]. "Si vamos a rastrear la experiencia emocional más seminal de la que somos capaces los humanos, tenemos que rastrear su lugar potencial en el cuerpo", dice Davis en su artículo en Psychology Today. Para rastrear algunas evidencias sobre la creatividad encarnada, os invito a leer el artículo completo de Jeffrey Davis, que recoge, y convierte las fuentes en cinco ideas y expone sus implicaciones. Aquí dejo dos ideas que me llamaron especialmente la atención:

1. Las emociones son percepciones de cambios en el cuerpo. Esta idea desafía la apuesta de algunos neurocientíficos de que las emociones son cien por cien cognitivas [3].

2. Los gestos con las manos facilitan el conocimiento y los nuevos aprendizajes. Tome tres grupos de alumnos de tercero y cuarto de primaria. Dales problemas de matemáticas. Muestre a un grupo un conjunto de gestos físicos para facilitar el procesamiento de ideas. Deje que el segundo grupo utilice las manos como quiera. Restrinja al tercer grupo el uso de las manos. ¿Los resultados? El grupo 1 superó al grupo 2, que a su vez superó al grupo 3 [4]. 

 

Puede que sea resolver solo algunas piezas de todo el rompecabezas el hecho de basarse únicamente en cómo la neurociencia puede aportar ideas sobre dónde está la creatividad. Pero tomar conciencia de dónde se produce y ser capaz de modificar lo que puede estar mal aprendido y registrado en el cuerpo parece algo que merece mucha atención. Mientras escribo estas últimas frases siento un nudo en las tripas. Puede que esté relacionado con la ansiedad interior, que me dice oh tío, tienes que terminarlo cuanto antes. Cavernas curiosas de la mente, venga de donde venga.

Una rápida

¿Qué opinas de utilizar la posición del cuerpo, los brazos y las manos para elaborar y comunicar mejor una idea?

Para saber más

1 Shamay-Tsoory, Simone G., et al. I The origins of originality: the neural bases of creative thinking and originality I 2011 I Neuropsychologia 

2 Davis, Jeffrey I Science of Creativity Moves Into the Body I Nov 2012 I Psychology Today

3 Prinz, Jesse I Gut Reactions: A Perceptual Theory of Emotion aims to mediate between the extremes of where emotions originate I 2006 I Oxford University Press

4 Broaders, Sara C., et al. I Making children gesture brings out implicit knowledge and leads to learning I 2006 I Journal of Experimental Psychology: General

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